Nara es una de las ciudades más antiguas y encantadoras de Japón. Fue la primera capital del país, antes de que se trasladara a Kioto y luego a Tokio. Por eso, Nara conserva un rico patrimonio histórico y cultural, con templos, santuarios, palacios y museos que cuentan la historia de Japón.
Pero Nara no es solo historia. También es naturaleza, arte y gastronomía. En esta ciudad podrás disfrutar de sus hermosos parques, donde conviven más de 1000 ciervos que se acercan a los visitantes en busca de comida. También podrás admirar las obras maestras de la escultura budista, como el Gran Buda de Nara, una impresionante estatua de bronce de 15 metros de altura. Y por supuesto, podrás degustar la deliciosa cocina japonesa, con platos típicos como el sushi, el ramen o el tempura. Podrás comprobar de primera mano que comer en Nara es otro mundo.
Qué comer en Japón
Japón es un país con una gastronomía muy variada y exquisita. Cada región tiene sus propios platos y especialidades, pero hay algunos que son comunes a todo el país. Uno de ellos es el sushi, un plato que consiste en arroz aderezado con vinagre y acompañado de pescado crudo o cocido, verduras, huevos o mariscos. El sushi se suele comer con salsa de soja, wasabi y jengibre.
El sushi es uno de los platos más populares y conocidos de Japón, pero también hay otros que merecen la pena probar. Por ejemplo, el ramen, una sopa de fideos con caldo de carne o pescado y diversos ingredientes como cerdo, huevo, algas o bambú. El ramen se puede encontrar en muchos restaurantes y puestos callejeros, y cada uno tiene su propia receta.
Otro plato típico es la tempura, que consiste en verduras o mariscos rebozados y fritos en aceite caliente. La tempura se suele servir con una salsa a base de caldo dashi, salsa de soja y mirin. El tempura es un plato ligero y crujiente, ideal para acompañar el arroz o la sopa.
Estos son solo algunos ejemplos de la rica gastronomía japonesa, un tipo de cocina muy distinta a la comida de Indonesia a la que tan acostumbrados estamos.
Qué ver en Nara
Nara es una ciudad que deja Huellas viajeras, no solo por su belleza y su historia, sino también por su ambiente tranquilo y acogedor. Nara es una ciudad que invita a pasear, a relajarse y a disfrutar de cada momento.
Yo tuve la oportunidad de visitar Nara hace unos meses, y quedé maravillado con todo lo que vi. Una de las cosas que más me gustó fue el Parque de Nara, donde pude ver a los famosos ciervos que se pasean libremente. Los ciervos son considerados mensajeros de los dioses en la religión sintoísta, y son muy dóciles y simpáticos. Pude comprar galletas especiales para alimentarlos, pero tuve que tener cuidado porque a veces eran un poco insistentes.
Otra cosa que me impresionó fue el Templo Tōdai-ji, el templo más importante y espectacular de Nara. Dentro alberga al Gran Buda, la estatua de bronce más grande del mundo. El templo también tiene otros tesoros artísticos, como las estatuas de los guardianes Niō o el modelo en miniatura del templo original. Me quedé sin palabras al ver la magnitud y la belleza del lugar.
También visité el Santuario Kasuga-taisha, el santuario sintoísta más venerado de Nara. Está rodeado de un bosque sagrado, donde hay miles de linternas de piedra que se iluminan durante los festivales. El santuario tiene un estilo arquitectónico único, con un tejado rojo y una decoración colorida. Me sentí muy tranquilo y en paz al estar allí.
Por último, paseé por el Naramachi, el barrio antiguo de Nara, donde pude ver las casas tradicionales de madera y tiendas de artesanía. Es un lugar ideal para sentir el ambiente histórico de la ciudad.